Yo no tuve nada que ver

Hola a todos,
Ayer fue un día raro, muchas cosas fueron distintas, desde el principio.
Me desperté con mi cuerpo dolorido, como siempre, pero fue un rayo de sol el que me sacó del sueño, y no la habitual grisura, que se come los colores y te empuja a dormir un rato más (… sólo cinco minutos…).
Me levanté deprisa, no digo ágilmente porque mentiría como un bellaco, pero al menos rápido. Esto también es bastante extraño, como mi cara cuando vi que había llenado la cafetera de azúcar. Cuando salí a la calle, vestido con un jersey que hacía años que no me ponía, me di cuenta de que finalmente había desayunado en otra mesa, no en la de siempre, y de que me había hecho tostadas, en vez de las plúmbeas digestive.
Pedaleé por un camino distinto hacia la uni y, mientras en mi mochila un táper se agitaba lejos de su sitio en el fondo del armario, noté que había gente que se me quedaba mirando (sigo sin saber por qué).
Fui el primero que llegué al despacho, ¡otra!, y esa mañana, avancé en el curro más que las dos semanas anteriores.
Del despacho me fui pronto, esto ya es más normal. Lo que no lo es tanto es el bocatajamonibérico que me zampé al llegar a casa. Lo estaba reservando para alguna ocasión señalada, y ¡qué coño!, el día me estaba resultando bastante especial.
Sé que ninguna de estas cosas es en sí espectacular, pero cuando llegué por la noche, reventado del entrenamiento que, por cierto, no se me dio mal (¿veis?), y pensé en todas las pequeñas cosas raras que me habían pasado en un día como todos, me di cuenta de lo que animan la vida las salidas del guión. Me preparé una cena que te cagas, encendí el ordenador, y entonces ya sí que dejé que la vida fluyera como siempre.

Por cierto, ese día la selección española de baloncesto perdió su primer partido después de haber ganado 28 seguidos, estuve oyendo el partido, pero no tuve nada que ver.