viernes, octubre 19, 2007
Rema, rema, rema
Hola a todos,
Tengo un compañero de despacho de nombre impronunciable.
Es vikingo, noruego, y piragüero, bueno, piragüista, piragüero soy yo.
El vikingo de nombre impronunciable, antes de empezar la carrera, la de los libros y juergas digo, se dedicaba a las de piragua.
El tío estuvo en el equipo nacional de su país, y creo que allí es un deporte bastante popular, vamos, que debía de ser un poco animal.
La cosa es que estaba hablando el otro día con el vikingo de nombre impronunciable y va el tío y me pregunta si me apetecía probar lo del kayak, que dice él. Claro, uno que tiene mas tablas en el descenso del Sella que Dionisio de la Huerta pensó que aquello no podía de ser muy difícil, que además estoy cuadrado y que no iba a venir ahora un vikingo a decirme a mí cómo se monta en piragua, noshajodidomayo.
Así que este martes pasado, después, bueno, durante el trabajo, agarramos la bici y a su club, camiseta térmica, pantalón corto y a elegir piragua.
Vamos a buscar una que sea fácil de llevar, me dice. (Cree que soy torpe, pensé).
Dame cualquiera hombre…, esto…, ¿es muy difícil lo de la piragua o qué?
No, no, no te preocupes. No, si no me preocupo (Ya estamos otra vez faltando, cagontó).
El vikingo de nombre impronunciable me ayudo a llevar la piragua al canal y me explicó cómo subirme. No sueltes nunca el remo. Tranqui chaval, ¿tú sabes la de veces que he visto yo esto en Arriondas?. Total, que me subo a la piragua y cuando el vikingo deja de sujetarla noto que aquello se mueve para todas partes, me entra el pánico, suelto el remo y bueno, no os aconsejo bañaros en octubre en los canales de Leiden, ni en julio vamos, supongo que la desagradable sensación de hundir los pies en el cieno mientras las algas del fondo te agarran las piernas sea la misma, pero en octubre, además, hace mucho frío.
¿Quieres probar otra vez o buscamos otra piragua? (macagoenlamadrequeteparió). No, no, pruebo otra vez (lahostiaputa).Esta vez aguanté más, unos cinco segundos, y solté el remo, claro, pero evité el fondo y las algas abalanzándome hacia la orilla. Entonces decidí que mi orgullo estaba lo suficientemente mojado (lo demás ni te digo) y fuimos a por otra canoa, ancha, plana y con ruedecillas a los lados, y claro, ésta no había quién la volcara.
Nos dio tiempo a remar poco rato, con tanto jaleo se hacía de noche, y el vikingo de nombre impronunciable tuvo que acabar hasta las pelotas de mí. Las piraguas son absolutamente ingobernables, e iba de lado a lado de los canales palazo va palazo viene, mientras él, paciente, me decía que metiera el remo en el agua no sé cómo.
Y lo peor de todo no es el catarro que me ha hecho pasar dos días en cama con fiebre, ni el complejo de torpe que casi supera al de hace un par de inviernos en la Peineta. Lo peor es que ahora, como entonces, me he picado un huevo, y creo que voy a repetir. No me admito un no ni a mí mismo.
Estoy sentenciado.
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3 comentarios:
Ole por ese Álvaro que no se rinde!!!
Jo, qué envidia!! es una de mis vocaciones pendientes (no sé si la dejaré para después del patchwork, o para otra vida)...
Bien bien... me apunto que tengo futuro instructor de piragüismo, además con nombre pronunciable ;-)
A seguir!!
jajajajaa, seras patan!!!
Anda que ya te vale, no te alejes del baloncesto, que vaya ela, donde se ha visto un Leones montando en piragua.
jejejejejejejej!!!
jajajajaa, seras patan!!!
Anda que ya te vale, no te alejes del baloncesto, que vaya ela, donde se ha visto un Leones montando en piragua.
jejejejejejejej!!!
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