Noches holandesas

Acabamos de llegar al hogar dulce hogar, Alvarito y yo, después de haber compartido una cena fantástica ("fantástica"=200 euros) con Juan Carlos y Cristina (españoles y residentes en Leiden). Después de la cena también han caído un par de copas (baratísimas, esto es calidad de vida y no el sol o la dieta mediterránea). La verdad es que ha estado muy bien la velada, con los tres holandeses de adopción (o en régimen de acogimiento) intentando convencerme de que en realidad la gente en este país no es tolerante, sino bastante indiferente a lo que les rodea. Yo les podría haber replicado que un país capaz de crear cosas como la legalización de la marihuana, Vermeer o, mucho mejor, Mark Vanderloo, no puede ser tan malo, pero en realidad tenía la cabeza en otras cosas. Estaba pensando en mi posible futuro por estos lares, que a lo peor no es mío sino de un chaval francés. Al final he llegado a la conclusión de que si finalmente no me dan este post-doc en Leiden, al menos me habré pegado un viajecito by the face, y que esta experiencia me habrá hecho madurar. Como dice una amiga, "lo que no te mata te hará más fuerte", y el agua fría de la ducha de Álvaro ha estado a punto de matarme...

Esta mañana nos hicimos esta foto el francés, Álvaro y yo:

El francés es el que no tiene cara simiesca, pero sí un bonito color amarillo, yo soy el que no tiene cara simiesca, a la izquierda, y Álvaro es lo otro...

Un besote, nen@s.

Ser